Más Allá de Creer:
La fidelidad de Dios y la respuesta humana necesaria se ilustran de manera poderosa en los ejemplos bíblicos, centrándose la fidelidad divina en las promesas cumplidas a Abraham, y la respuesta humana en la aplicación práctica y activa de la fe.
PARASHA DE LA SEMANA
Solmar Rey
11/9/20253 min read


¿Alguna vez has sentido que hay un abismo entre lo que dices creer y lo que realmente haces? Es una tensión común en la vida espiritual. Acumulamos conocimiento, pero nuestra rutina a menudo no refleja esas convicciones. Este artículo propone un viaje desde el pináculo de la fe, ejemplificado por un acto de confianza casi incomprensible, hasta sus cimientos en la práctica diaria. Exploraremos tres lecciones, extraídas de textos antiguos, que nos desafían a cerrar esa brecha entre el saber y el hacer.
Lección 1: La Verdadera Fe Desafía lo que Ven Nuestros Ojos
Más Allá de Creer:3 Lecciones Impactantes Sobre la Fe que Pocos Ponen en Práctica
La historia de Abraham es un pilar fundamental sobre la naturaleza de la fe. Dios le prometió un hijo, Isaac, a pesar de que él y su esposa Sara eran de edad muy avanzada, un escenario que la lógica humana descartaría por completo. Pero Dios fue fiel a su promesa.
Años después, esa misma fe fue llevada a su prueba máxima cuando Dios le ordenó a Abraham que sacrificara a ese hijo prometido. El mandato fue diseñado para ser devastador, acentuado por las palabras específicas: "toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas" (Génesis 22:2). Aquí es donde la fe de Abraham se revela en su forma más radical y contra-intuitiva. Él no solo obedeció, sino que lo hizo convencido de que Dios, quien le había dado a Isaac milagrosamente, era lo suficientemente poderoso como para devolvérselo, incluso de la muerte.
"Considerando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos."
Esta clase de fe no se basa en lo que podemos ver o razonar, sino en la fidelidad de un Dios que ha demostrado ser digno de confianza, incluso cuando sus planes parecen contradecir por completo la realidad que perciben nuestros ojos.
Lección 2: Saber No es Hacer - La Parábola Moderna de la Distracción
Consideremos una anécdota moderna que nos sirve de arquetipo. Un joven llamado Yinon habla con elocuencia en su clase de estudio sobre la importancia de leer la palabra de Dios y orar. Sin embargo, apenas termina, se sumerge en el flujo de la vida moderna.
Las buenas intenciones, plasmadas en una hoja con pasajes para leer, quedan olvidadas. El resto de la semana transcurre entre las demandas escolares, las obligaciones sociales y el flujo interminable de contenido digital. Al final del día, el agotamiento vence al propósito. Yinon no es un mal muchacho; es el reflejo de una lucha universal. Representa cómo la ocupación constante de la vida diaria puede secuestrar nuestras convicciones más profundas. Como su maestra, Ina, le recuerda sabiamente: "Es fácil estar ocupados y olvidar lo más importante... no basta con aprender, es importante también hacer lo que aprendemos". Su historia ilustra la brecha universal entre el conocimiento que acumulamos y las acciones que realmente llevamos a cabo.
Lección 3: Una Fe sin Acción es solo un Buen Deseo
La inacción de Yinon nos lleva directamente a un principio teológico crucial presentado en la Epístola de Santiago. El autor utiliza una analogía poderosa para ilustrar la inutilidad de una fe pasiva.
Imagina que ves a una persona que no tiene ropa para abrigarse ni comida para calmar su hambre. Si tu respuesta es simplemente decirle: "Ve en paz, caliéntate y sáciate", sin ofrecerle nada de lo que realmente necesita, ¿de qué sirve tu buen deseo? (Santiago 2:15-16). Esa "fe" es inútil porque no produce ningún resultado tangible en el mundo real.
La enseñanza es clara: Dios no solo nos pide que creamos en lo que está escrito, sino que lo pongamos en práctica. La fe genuina se demuestra y se valida a través de acciones concretas, a menudo en gestos pequeños y cotidianos. Por ejemplo: ayudar a un compañero con dificultades en la escuela, ofrecerse a lavar los platos al ver a una madre cansada, o perdonar a un hermano en lugar de reaccionar con ira.
Estas acciones no son meros actos de buena voluntad. Tienen un propósito teológico más profundo, como lo explicó Jesús: sirven para que otros "vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mateo 5:16). Nuestra fe activa se convierte en un testimonio visible de la naturaleza invisible de Dios.
Conclusión: ¿Qué Construyen tus Acciones?
La fe radical de Abraham, que desafía la muerte misma, no es una reliquia histórica; es el motor que debería impulsar las acciones más pequeñas y cotidianas. La misma confianza en la fidelidad de Dios que llevó a Abraham al monte Moriah es la que nos llama a cerrar la brecha entre saber y hacer, transformando un "buen deseo" para el necesitado en un acto tangible de servicio. La fe que opera más allá de la lógica debe materializarse en la realidad de nuestro día a día.
Al final, la pregunta no es solo "¿en qué creo?", sino "¿qué están construyendo mis acciones a la luz de lo que creo?".

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